Vista del Morski Oko desde el camino al refugio |
4:30 de la madrugada. Cogemos nuestras mochilas, cerramos
con llave nuestro piso de estudiantes en Lublin y echamos a andar dirección
estación de autobuses. En el camino nos encontramos con algunos compañeros de
nuestro bloque de apartamentos, que salen de una de las discotecas del centro de la
ciudad. Cruzamos el casco histórico y llegamos a nuestro destino 40 minutos
después. Próxima parada: Zakopane. Situada en la región polaca de Podhale,
frontera con Eslovaquia, esta ciudad fundada en el siglo XVI es considerada la
capital de invierno en Polonia, tal es la afluencia turística que recibe para practicar
deportes de montaña.
Según la leyenda, un hombre llamado Gąsienica llegó hace
ahora cuatro siglos a estas tierras, donde erigió un molino junto a sus dos
hijos. Aunque pasó muchos años desconocida, la zona comenzó a hacerse popular
cuando a mediados del siglo XVIII empezó la extracción de hierro por una
empresa local. Ya que sus propietarios recibían numerosas visitas de hombres de negocios, poco a poco
se fue convirtiendo en un lugar frecuentado por las clases pudientes debido a sus preciosos paisajes y
balnearios. El primer hotel se construyó en 1885. Así, esta ciudad situada a
los pies de los montes Tatra y perteneciente a la cordillera de los Cárpatos, ha
desembocado en lo que conocemos hoy día.
A mediodía del viernes bajamos del autobús tras 8 horas y nos dirigimos
al apartamento, a unos diez minutos de Krupówki, la calle principal de la
ciudad. Esta pequeña avenida es idónea para saborear el queso ahumado en los puestos de
los vendedores, decidirse por un paseo en un carro tirado por caballos o quizá
tomarse una cerveza en un bar o restaurante, lugares amenizados por la noche con música
local. Toda una atracción para el turista.
Equipo Zakopín |
Tramo de ruta |
Tras dejar nuestro equipaje damos una vuelta por el pueblo y aprovechamos para hacer la compra y echar un vistazo a las rutas que nos ofrece este parque nacional. La visita al lago Morskie Oko es obligada y hasta allí subimos al día siguiente. Nos levantamos temprano para aprovechar las horas de sol y, después de hacer unos bocadillos, cogemos un taxi (si bien lo normal es coger uno de los autobuses que salen cada 40 minutos desde la estación) que nos deja a la entrada del parque nacional. El acceso al parque es de unos 20 PLN (unos 5 €), aunque los estudiantes tienen descuento del 50%. El tramo de subida hasta el lago es bonito, aunque se hace por carretera asfaltada y está verdaderamente concurrido, lo que le quita encanto a lo que podría ser una ruta de una horita y poco magnífica. Eso sí, una vez arriba las vistas no defraudan en absoluto y la cámara réflex comienza a disparar sin cesar. El Morskie Oko yace a los pies de los picos alpinos ya cubiertos con un poco de nieve en sus cotas más altas.
Alcanzada la primera parte de la excursión viramos rumbo y cogemos una
de las rutas que salen desde el lago, dirección a un refugio de montaña situado aproximadamente
a tres horas de camino. Por fin aparecen los paisajes de película que
caracterizan al parque y que convierten a uno en creyente a la fuerza. El camino está empedrado en su totalidad, si bien esto
no le quita encanto a la caminata, que sube varios picos de algo más de dos mil
metros de altitud, desciende a lagos de color perlado y concurre paralelo a la corriente de un río y su frondosa vegetación en su descenso
final hacia el inicial tramo asfaltado. Se puede aprovechar el refugio para
comer allí a medio camino, junto a la orilla de uno de los lagos que bañan los montes, e incluso se
puede reservar habitación para pasar allí la noche si esta se nos hubiera echado
encima. La excursión no excede las 8 horas, justo a tiempo para coger, presumiblemente, el último autobús de la tarde dirección Zakopane.
Empedrado presente en toda la travesía |
Nos duchamos y vamos a dar una vuelta para hacer estómago e
ir a cenar a un restaurante típico recomendado por un amigo. Los precios en
Polonia son bastante asequibles; se puede comer realmente bien sin exceder
los 7 u 8 euros por persona. Aún así, decidimos darnos un homenaje y pedimos
parrillada para tres: 12 € por cabeza… Los demás piden diversas sopas y algún que otro
plato culinario de la región. Nos gusta tanto que incluso repetimos el sitio
(Watra Restaurant) para comer a mediodía del lunes, justo antes de coger el
autobús. De esta manera, con ganas de más y la promesa de volver, ponemos rumbo
de nuevo a la ciudad de Lublin.
Vista del valle desde el pico más alto de la ruta |
Enhorabuena. Un texto muy ameno y unas fotos preciosas.
ResponderEliminarQue grande! Me encanta!
ResponderEliminarGracias genio¡!
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