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domingo, 1 de abril de 2018

Užupis, una república "más allá del río"

En 1582 los franceses decidieron cambiar el Calendario Juliano, que celebraba la entrada del nuevo año durante la semana que seguía al equinocio de primavera, por el Calendario Gregoriano, actualmente vigente y más preciso que el anterior. Ya entonces muchos ciudadanos se mostraron reacios a esta reforma y por decenios declinaron la nueva celebración impuesta. Sin embargo, las primaveras venideras permitieron que la semilla sembrada brotara con fuerza, creciera en populariad y fuese abrazada finalmente por la ciudadanía. Los desertores claudicaron ante lo evidente, aunque al haber tardado más en hacerlo se les enmarcó de estúpidos y fueron por ello objeto de numerosas burlas. Es más que probable que una de estas mofas consistiera en colocar en sus espaldas una pegatina con el dibujo de un pez, que ha perdurado hasta nuestro tiempo. Hoy día solo quedan como recuerdo estas bromas, similares al día de los Santos Inocentes en España, que se celebran en países como Inglaterra o Estados Unidos (April's Fools Day), Francia (Le poisson d'Avril), Polonia, Alemania, Italia, etc. Esta es, de todas maneras, una de las posibles teorías acerca del origen de esta fecha mundialmente conocida. 

El río Vilnelè bordea Užupis
Pues bien, un primero de abril como hoy pero de hace 21 años, el barrio de "Užupis" (más allá del río) de la ciudad de Vilna, declaró su independencia de la capital lituana. Y aunque en su momento debiera parecer una broma, sobra decir que se lo han montado bien: más de dos décadas después cuentan con su propio presidente y gabinete de ministros, una bandera para cada estación del año, un pequeño ejército, la constitución -probablemente- más curiosa del mundo, himno, moneda, etc. Pero vamos a conocer primero cómo se ha llegado a lo que a día de hoy es una nación dentro de otra, cómo un pequeño grupo de artistas lituanos quiso "diferenciarse" de sus conciudadanos. 

Hora de tender la colada

Si en vez de pasearnos a día 1 de abril de 2018 por este barrio-nación pudiésemos teletransportarnos cinco siglos atrás, encontraríamos en sus calles talleres austeros en propiedad de gremios y artesanos, así como algún que otro molino que bracea incansablemente sus aspas al ritmo de las frías aguas del río Vilnelè. Como nos apetece saber más, pulsamos de nuevo el botón de nuestra máquina del tiempo y cambiamos otra vez de época. Decidimos dar un paseo por unas calles que han sido brutalmente maltratadas tras el paso de la II Guerra Mundial. Lo que pocos lustros antes había sido una próspera comunidad judía establecida en la capital báltica, no era ahora más que el refugio de un puñado de desdichados y pobres sujetos, a la vez que la oportunidad de alguna que otra ambiciosa alimaña que había visto en esas ruinas la posibilidad de lucrarse a costa de un burdel.

De manera implacable, el tiempo todo lo erosiona, aunque en esta ocasión su deterioro pulió un bloque granítico que ha resultado ser una maravilla visual. A principios de los noventa, la desintegración del bloque soviético había dado como resultado el (re)nacimiento de la nación soberana que hoy día conocemos como Lituania. Los habitantes de su capital intentaron encontrar un símbolo que les ayudara a escapar de la sombra del comunismo y redefinir su identidad nacional. Por ello, en 1995 erigieron una estatua de Frank Zappa en uno de los distritos de la ciudad, quien paradójicamente nunca en su vida visitó el país báltico. Sin embargo, en palabras de Paukstys, fotógrafo que colaboró en el lavado de cara de Užupis, Zappa expresaba "el final del comunismo (...) sin ser pesimista". El mismo Paukstys añadía también: "Lituania acaba de proclamarse como país democrático. Yo mismo quería probarlo y ser capaz de realizar mis propias ideas". Fue así como dos años más tarde, Zappa resultó elegido patrón del nuevo barrio proclamado independiente -si bien no ha sido reconocido como soberano por ningún país del mundo- por un puñado de excéntricos art istas cuya visión del mundo iba más allá que la de regirse por normas externas a ellos mismos. Fueron estos bohemios los que decidieron instalarse y rehabilitar un barrio que han llenado con sus propias obras, graffitis, murales y esculturas. Por ejemplo, el actual presidente de la República de Užupis Romas Lileikis se considera a sí mismo poeta, músico y director de cine. Además fue él, quien junto a Thomas Chepaitis redactó la que sea probablemente la constitución más original del mundo. Algunos artículos curiosos de la misma dicen lo siguiente:

-Art. 8) Todos tienen derecho a ser insignificantes y desconocidos.
-Art. 12) Un perro tiene derecho a ser un perro.
-Art. 13) Un gato no está obligado a amar a su dueño, pero le debe ayudar en momentos difíciles.
-Art. 26) Todos tienen derecho a celebrar o a no celebrar su cumpleaños.

El ideal que plantea la vida en este barrio es calmado, donde confluyen todas las ideas posibles en un panorama de plena tolerancia y aceptación. Tanto es así que su símbolo es el de una mano abierta, que indica que todo aquel que desee pasarse por Užupis es bienvenido a saborear el dulzor que deja esta república. Como curiosidad, cabe destacar que Uzupis cuenta también con ciudadanos honoríficos como los cineastas Jonas Mekas o Zenonas Šteinys, la escritora Ugnė Karvelis o el mismísimo Dalai Lama.

Por otro lado, la creciente popularidad del barrio ha hecho que sea cada vez más visitado por viajeros y turistas, algo que ha encarecido el precio de sus edificios y lo ha convertido en uno de los vecindarios más lujosos de la ciudad. Si bien esto no quita para que su visita sea obligada. Es más, aquellos que decidan visitar Užupis el uno de abril podrán sellar su pasaporte con la visa de esta república independiente gracias a los guardias fronterizos que custodian ese día los puentes que dan acceso al barrio -el más famoso de ellos custodiado por una sirena-, así como utilizar la propia moneda nacional, aunque solo sea posible usarla durante ese día.

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